Por Mariana Costa

En el artículo anterior, hicimos una diferenciación entre la tarea de traducción y la tarea de adaptación como etapas fundamentales y necesarias dentro del proceso de doblaje de material audiovisual. Ahora bien, luego de analizar qué incluye cada uno de estos procesos, nos quedan unos cuantos interrogantes que intentaremos responder. ¿Le corresponde la tarea de adaptación al traductor? O, mejor dicho, ¿debe hacer la tarea de adaptación la misma persona que hace la traducción? ¿O se lograrían mejores resultados si intervinieran dos profesionales diferentes? ¿Es imprescindible que el adaptador sea traductor? Y, en todo caso, si la tarea la hace el traductor, ¿corresponde que la haga por la misma tarifa, dentro del mismo «paquete» o «encargo»? ¿Corresponde que se le exija al traductor la tarea de adaptación cuando solo se lo contrata para traducir? ¿No deberían «traducción» y «adaptación» ser dos etapas bien diferenciadas? Seguramente, muchos de estos interrogantes no tendrán una única respuesta, pero a continuación analizaremos algunas posibilidades.

La realidad profesional de quienes trabajamos en la traducción audiovisual en Argentina nos muestra que, en la gran mayoría de los casos, se le encarga al traductor una «traducción para doblaje». A este profesional solo se le indica si el doblaje será del tipo sincronización labial o voice over, se le da un tiempo acotado para realizar el trabajo y se le envía, en muchos casos, un guion en el idioma original. En él, el traductor se encontrará con algunos tiempos marcados, las intervenciones de los personajes y otra información que tendrá que eliminar para «limpiar» ese guion de pre o posproducción y convertirlo en un guion de doblaje útil y práctico. Al hacer su trabajo, el traductor no debe perder de vista nunca cuál es el uso que se le dará a su traducción, debe tomarse el tiempo de prestar atención al largo de los textos y la diagramación del guion, y debe incluir los tiempos que falten en cada una de las entradas de los personajes, además de todo el audio que pudiera haberse omitido en el guion que recibió para trabajar. En este momento podría —o debería, según muchos— terminar el trabajo del traductor propiamente dicho.

Frederic Chaume, catedrático del Departamento de Traducción y Comunicación de la Universidad Jaume I, a quien ya hemos nombrado en otras oportunidades, describe cuatro protagonistas del proceso de doblaje: 1) el estudio de doblaje, que recibe el video a doblar, hace la selección de actores y encarga la traducción; 2) el traductor, que hace una traducción del audio y arma el guion de doblaje; 3) el adaptador (adapter o dialogue writer), que se encarga de sincronizar esa traducción con el video; y 4) nuevamente el estudio de doblaje, en el que se realiza la grabación y la edición final del video. Chaume describe que, en muchos casos, el traductor y el adaptador son la misma persona, pero indica que los dos trabajos se pagan y se encargan por separado. En países como Alemania, el adaptador llega a cobrar hasta el doble o el triple que el traductor y tiene también el doble o el triple de tiempo para realizar su trabajo. En España, el adaptador cobra prácticamente lo mismo que el traductor o se le paga al traductor una tarifa que incluye ambos trabajos. Es decir, está bien definida cuál es la función de cada uno de los participantes que intervendrán en el proceso de doblaje.

Otra prueba de que traducción y adaptación deberían considerarse, al menos en una primera instancia, por separado es que la Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE), al presentar las categorías de los premios que entrega cada año, se refiere a «mejor traducción y adaptación para doblaje» de películas estrenadas en cine, obras estrenadas en TV, películas editadas en DVD, etc. Cabe destacar que, en todos los casos, los ganadores son dos profesionales diferentes. Por ejemplo, este año, fueron premiados Álvaro Méndez Orozco por mejor traducción para doblaje de Don Jon y Pablo Adán por mejor adaptación para doblaje de Don Jon. Lo mismo sucedió con las galardonadas María José Aguirre de Cárcer y Ana María Simón Rius que recibieron el premio por mejor traducción para doblaje y mejor adaptación para doblaje de la 23a temporada de Los Simpsons,respectivamente.

En síntesis, no quedan dudas de que traducción y adaptación son dos procesos independientes que pueden estar en manos del mismo profesional, es decir, del traductor. Sin embargo, a ese profesional deben reconocérsele cada una de sus funciones por separado; no solo en cuanto al plazo y los honorarios, sino también, en cuanto a las exigencias. No es justo que castiguen a los traductores que no hacen una buena adaptación si solo se les ha pedido la traducción para doblaje o apenas se les ha dado el tiempo para realizar uno de los procesos y, mucho menos, si se les ha pagado una tarifa solo por traducción y no por adaptación.

Es fundamental que los traductores audiovisuales nos especialicemos, nos capacitemos y conozcamos en profundidad qué abarca cada una de las ramas de la traducción audiovisual, no solo para hacer un trabajo profesional de calidad, sino también para exigir lo que nos corresponde y hacer valer cada una de las etapas de nuestro trabajo.

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