Formación específica en traducción audiovisual: más que un plus, un requisito TAVArgentina 25 agosto, 2015 Adaptación, Doblaje, Especialización, Realidad profesional, Subtitulado, TAV, Teoría y práctica de la subtitulación Por Estefanía Giménez Casset Durante los últimos años, se ha abierto un mercado gigante para los amantes de los idiomas y de la pantalla en general. Los fanáticos del cine y de las series son hoy el objetivo de la industria del espectáculo. Las grandes empresas abrieron nuevos canales de comercialización y apuestan por contenidos audiovisuales para hacer llegar sus productos a todo el globo. Lo que ocurre en el mundo, lo que se vende en el mundo, la cultura del mundo nos afecta a todos, y muchos consumimos esta información a través de medios audiovisuales. Concentrémonos, hoy, en el surgimiento de las grandes empresas que crean y distribuyen contenidos del rubro del entretenimiento: cine, series, documentales y demás géneros televisivos. Todo ese material debe traducirse y adaptarse en los territorios donde se comercializa. Es evidente que tratamos con una realidad que evoluciona a pasos agigantados, que las reglas del juego las pone la industria —porque la necesidad de la localización de contenidos surge a partir de la distribución y de la aparición de nuevos nichos de mercado en distintos territorios— y que hay que estar preparados para lo que se nos viene. Hace poco menos de una década, al menos en la Argentina, éramos muy pocos los traductores que incursionábamos por esos lares, simplemente porque el mercado era mucho más reducido. Lográbamos avanzar en nuestro trabajo y mejorar la calidad de las entregas gracias a la posibilidad de presenciar una sesión de grabación de doblaje, a las correcciones de quien estuviese del otro lado o al intercambio de opiniones entre colegas y clientes varios. Con ellos teníamos discusiones eternas sobre la forma de hacer funcionar tal programa para que nos hiciera la vida más fácil o hasta sobre la necesidad de que los materiales pasaran por una revisión exhaustiva del idioma meta antes de salir al aire o de quemar un subtítulo en un rollo de película. Cada uno aportaba lo que podía. El cliente, las cuestiones técnicas. El traductor, las lingüísticas y culturales. Así, mano a mano, salían adelante los proyectos. Y así también algunos decidimos agruparnos para hacer valer nuestro aporte a la cadena y buscar visibilidad dentro del proceso. ¿La meta? Sigue en pie: que el creador y el distribuidor del contenido comprendan que su producto debe invertir en la adaptación del mensaje y de los rasgos culturales, y de eso solo puede encargarse un traductor profesional. Porque quienes amamos la profesión sabemos muy bien que la cultura destinataria es nuestra finalidad y que son esos los objetivos del público al consumir ese producto: la curiosidad, el gusto por un tema determinado que proviene de otra cultura. Simplemente eso. El acceso a una información que se origina en una cultura distinta de la propia. Y que da la casualidad de que el canal de transmisión tiene imagen y sonido y hay que decodificar un mensaje para acercarlo a ese receptor, que no está inmerso en la misma realidad cultural ni el mismo contexto, ni tiene las mismas herramientas para decodificar ese mensaje —aunque el código sea intralingüístico. Esa es, lisa y llanamente, nuestra función. Hoy, en 2015, podríamos decir que el acceso que tenemos a la información sobre este mercado es casi ilimitado. Existen cursos de especialización en traducción audiovisual en todo el mundo. En nuestro país, el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires ofrece capacitación en esta rama de la traducción desde hace más de diez años. La Comisión de Artes Audiovisuales organiza jornadas multitudinarias de formación y actualización profesional desde 2009. Hay un sinfín de ofertas en el exterior, y a pesar de que el mercado para la traducción de contenidos multimedia evoluciona y se diversifica a la velocidad de la luz, ya son varias las universidades argentinas que han incluido al menos una asignatura en la que se ven cuestiones básicas de traducción para medios audiovisuales. A partir de ahora, las nuevas generaciones de traductores estarán más y mejor preparadas para salir al mercado y tener una idea clara de qué es lo que ocurre cuando se dejan las aulas. Este año, la sexta edición de Media4All se llevará a cabo en septiembre en Sydney. Para más información, consultar en http://www.uws.edu.au/mediaforall/home/program La realidad ha cambiado tanto a nivel del cliente como del profesional. De pronto, siguen surgiendo áreas de trabajo, como el reciente auge de los subtítulos ocultos y de la audiodescripción. Está en nuestras manos adquirir toda la formación necesaria para poder prestar un servicio de calidad, reconocer que la profesión crece a partir de la oferta y de la demanda y, además, tener una visión global de la realidad a largo plazo. Somos nosotros, quienes aún logramos acuerdos entre los requisitos técnicos y los lingüísticos y culturales, quienes tenemos la responsabilidad de transmitirlos para que el día a día pueda reflejarse en un incentivo para el alumno, un conjunto de pautas generales y un conocimiento real de lo que ocurre más allá. Así, se podrá garantizar que la rueda gire como corresponde. Está claro que, con el aumento de trabajo, también ha aumentado el intrusismo. Este término, que ya a primera vista tiene una connotación negativa y nos para las antenas a todos, debería tomarse con pinzas. Todavía. La formación continúa y somos muchos quienes ya realizábamos este trabajo profesionalmente antes de la aparición de esta demanda monstruosa. Aunque eso no implica que, ahora que tenemos la posibilidad, podamos ignorar la cantidad de herramientas que puede aportarnos una formación completa no solo en traducción, sino en esta área específica que debería prepararnos tanto para traducir un juego de palabras como para convertir archivos de video, aprender cómo se controlan las bandas de audio y cuáles son los procesos posteriores de adaptación para poder prevenir problemas. En definitiva, cuáles son las claves para el trasvase correcto de ese mensaje a través de ese canal y por qué es crucial que ese trasvase tenga en cuenta tanto el factor cultural como el lingüístico. (Para más información sobre localización y adaptación cultural en el cine, pueden consultar este artículo brillante de Scheherezade Surià López, traductora española y autora del blog En la luna de Babel: http://enlalunadebabel.com/2015/07/27/brocoli-pimientos-y-otras-adaptaciones-de-cine). Imagen: blog En la luna de Babel La formación específica nos sirve a todos por igual: a los traductores con inclinación por el medio porque nos aporta las herramientas técnicas; a los profesionales que ya estamos ejerciendo, porque de pronto nos damos cuenta de que esta estrategia que usábamos hace rato tenía un nombre, y que nuestro papel en la industria es clave. Para todo eso, necesitamos una formación cultural y lingüística completa en dos mundos diferentes: el origen y el destino de ese mensaje. Al decir que somos traductores audiovisuales, es esta nuestra carta de presentación, nuestro lugar dentro de un proceso enorme en el que aún nos estamos haciendo escuchar. La formación específica ya está disponible. Ya no representa un plus, sino algo completamente necesario si queremos brindar un servicio de calidad y hacernos oír. Es un campo en continuo crecimiento, pero si el ejercicio profesional va de la mano del mundo académico para poder transmitir la importancia de este eslabón clave, la batalla por tarifas dignas está ganada. Valoremos nuestro trabajo y nuestro lugar. Si ofrecemos calidad, hay mercado para todos. Hacer Comentario Cancelar RespuestaHaz login para poder hacer un comentario