¿Se puede ser políticamente correcto en la traducción audiovisual? TAVArgentina 23 septiembre, 2015 Adaptación, Críticas, Realidad profesional, Resolución práctica de problemas, Subtitulado, TAV Por Erica Sermukslis Como nueva integrante de la Comisión de Artes Audiovisuales, me asignaron mi primera tarea: escribir algo para el blog. Lo primero que pasó por mi mente fue: ¿y ahora qué hago? ¿Qué necesidad tenía yo de meterme en este lío? Pasado el trauma inicial, reflexioné y me dije que no podía ser tan grave, solo había que pensar un rato sobre qué escribir. El rato fue convirtiéndose en largas horas y días, y yo con mi mente aún en blanco. ¿Y ahora cómo les digo de una forma políticamente correcta que, lamentablemente, no me van a ver nunca más en la Comisión? ¡Eureka! ¿Por qué no hablar de lo políticamente correcto y la TAV? El objetivo de este artículo es hacer una breve introducción a lo que se conoce como «lenguaje políticamente correcto» y tratar de demostrar su inaplicabilidad en el mundo de la traducción audiovisual. Quienes somos consumidores de productos elaborados por los medios masivos de comunicación (en cualquiera de sus formas: televisión, diarios, revistas, etc.) fuimos testigos, en los últimos años, de un marcado cambio en las formas en las que los autores y protagonistas de dichos productos se expresan. Existe, actualmente, una tendencia creciente hacia el uso de un lenguaje «correcto»; corrección que nada tiene que ver con aspectos semánticos, sintácticos u ortográficos, sino con lo que socialmente está bien o mal visto. Según esta corriente —de la cual podemos encontrar numerosos escritos en internet, que sirvieron de base para la comparación y ejemplificación realizada en este texto; entre ellos, un informe del INADI sobre «Buenas Prácticas en la Comunicación Pública»—, no debemos utilizar algunas expresiones porque no están bien vistas por su posible tono peyorativo o discriminatorio. Así, se deben evitar los términos que son claramente peyorativos o que tengan connotaciones negativas (negro, pobre, etc.), los sustantivos formados de adjetivos (incapacitado, discapacitado, viejo, etc.), y los términos que invisibilizan o excluyen a determinados sectores («los socios», ya que se excluye así a las socias; «los abuelos» para referirse a las personas mayores, ya que se deja de lado, de esta forma, a quienes no posean hijos o nietos). Así como existe esta «guía» que nos orienta sobre qué términos no debemos utilizar, también existen dos fórmulas básicas con las cuales resolveríamos casi todos nuestros problemas: la primera consiste en utilizar un sustantivo más el adjetivo (persona de bajos recursos económicos, persona con discapacidad, persona mayor, etc.) y la segunda consiste en utilizar el doble género, es decir, el masculino y el femenino (socios y socias, todos y todas, etc.). Sin embargo, considero que juzgar al lenguaje como el culpable de generar discriminación dentro de una sociedad y, por ello, condenarlo a la limitación de su uso carece de sentido. No debemos olvidar que la lengua es una de las herramientas más importantes que tenemos para expresarnos, pero que ella, por sí misma, no discrimina. En todo caso, podríamos juzgar qué es lo que estamos produciendo y reproduciendo como sociedad. ¿Acaso no es posible discriminar, también, utilizando las expresiones «aceptadas» o, incluso, sin siquiera hablar? Ahora bien: ¿qué ocurriría si, a pesar de esta observación personal, se quisiera utilizar ese lenguaje políticamente correcto en una traducción audiovisual donde, como ya hemos visto, estamos obligados a respetar una cantidad de caracteres y una duración máximas? A continuación, voy a citar ejemplos (solo a modo ilustrativo y elegidos de forma arbitraria) en los que algunos de estos términos «desaconsejados» aparecieron en películas, series o documentales (aparecerán en cursiva), mostraré cómo fueron resueltos por quienes realizaron los subtítulos (aparecerán subrayados; la intención no es realizar críticas a las traducciones elegidas) y, finalmente, cómo deberían haberse resuelto según las recomendaciones esbozadas por los defensores de la corriente «correctista» (aparecerán en cursiva y subrayados). Drogadicción En una escena de la película Minority Report, la doctora Hineman le dice al personaje interpretado por Tom Cruise: “I was doing genetic research, treating children of drug addicts.” «Yo estaba haciendo investigación genética con niños de drogadictos». Yo estaba haciendo investigación genética con niños de personas usuarias de drogas. En este caso, vemos que no solo sería inviable utilizar el lenguaje recomendado debido a su longitud, sino que sería una frase bastante más confusa para quien la lee, ya que no es una expresión que se use de forma cotidiana. En la misma película, otro de los personajes dice: “Just a junkie who had a kid once and had to give her up, but surprise!” «Una drogadicta con una hija que entregó al estado, pero ¡sorpresa!». Una persona usuaria de sustancias con una hija que entregó al estado, pero ¡sorpresa! Aquí volvemos a ver que la extensión del subtítulo no es la adecuada. En este caso en particular, además, estaríamos cambiando la connotación del término “junkie”, que es notoriamente más coloquial e, incluso, peyorativo. Tal vez, en esta ocasión, sí se podría haber empleado otro término como «adicta», «drogona» o algún sinónimo para no caer nuevamente en el uso de la palabra «drogadicta». Algunos de los términos de esta temática que la corriente recomienda evitar son «yonqui», «drogata», «drogadicto/a», «adicto/a», «falopero/a» y «drogón/a». Es probable, sin embargo, que en más de una ocasión debamos usarlos para transmitir de la mejor manera posible el mensaje y la intención de nuestro texto fuente. Discapacidad En la temporada 11 de la serie Law & Order: Special Victims Unit, podemos encontrar un episodio titulado Disabled, en el que en más de una oportunidad se utiliza esa palabra y se la traduce, en forma indistinta, como «discapacitados» o «minusválidos». “The disabled usually get abused by family members.” «Los discapacitados usualmente son abusados por sus familiares». Las personas con movilidad reducida usualmente son abusadas por sus familiares. Otra opción sería: las personas con discapacidad usualmente son abusadas por sus familiares. “A lot of people are uncomfortable around the disabled.” «Muchas personas se sienten incómodas alrededor del minusválido». Muchas personas se sienten incómodas alrededor de personas con discapacidad. Como vemos, en estos casos, no tendríamos problemas en cuanto a la cotidianeidad o comprensión del lenguaje. Sin embargo, sí volveríamos a tener dificultades con respecto a la extensión de las frases. Otras de las recomendaciones que se hacen sobre esta temática son no emplear verbos como «sufrir» o «padecer» una discapacidad y, como ya vimos, no hablar de personas «discapacitadas», sino de «personas con discapacidad» (en la medida de lo posible, incluso habría que aclarar si la discapacidad es auditiva, motora, etc.). No obstante, volviendo a nuestros ejemplos, estas aclaraciones harían aún menos viable su aplicación práctica en una TAV. Afrodescendencia El INADI recomienda no utilizar la palabra «negro» para referirse a una persona «[…] aunque muchos miembros de la comunidad afrodescendiente se hayan apropiado de ella y la porten con orgullo». Propone, en su lugar, recurrir al término «afrodescendiente», pero plantea evitar remarcar la condición de «afrodescendiente» cuando ese no sea un dato relevante. En el documental Bowling for Columbine de Michael Moore, un entrevistado dice: “…the one thing you can always count on is white America’s fear of the black man.” «pero puedes estar seguro de una cosa: el miedo de los blancos por los negros». «…pero puedes estar seguro de una cosa: el miedo de los blancos por los afrodescendientes». Así como ocurrió en los casos anteriores, vemos que la extensión de los subtítulos no sería la adecuada. Además, en este caso en particular, el documental nos señala, entre otras cosas, la clara discriminación racial que existe en los Estados Unidos. Por eso, para marcar esta diferencia, me parece que es muy visual y, por lo tanto, acertada la elección de «blancos» y «negros». A modo de cierre, creo que, a través de los ejemplos citados, queda clara la inaplicabilidad de un lenguaje políticamente correcto en las traducciones para subtitulado. Por lo tanto, quienes nos dedicamos a la TAV no debemos dudar en utilizar los términos «desaconsejados» en pos de lograr una traducción que sea fiel al original y que respete las sincronías necesarias para una buena comprensión del material fílmico. Hacer Comentario Cancelar RespuestaHaz login para poder hacer un comentario