Accesibilidad

Accesibilidad e inclusión, incluso «bajo del mar»

Por Paula Rodríguez y Carolina Veltri.

El pasado jueves 3 de julio, fuimos testigos de una experiencia única e inolvidable. Nadamos y nos sumergimos en las profundidades del océano, donde nos esperaba un tesoro oculto entre las algas, los corales y los arrecifes: una función distendida del nuevo musical La sirenita, basado en el clásico animado de Disney y el cuento de Hans Christian Andersen.

La obra, de los productores y el equipo creativo de las representaciones de Matilda y School of Rock en el país, se estrenó el 5 de junio en el Gran Rex, con un elenco compuesto por nuevos talentos y grandes conocidos, y una puesta en escena realmente impresionante, digna de toda producción de Disney. La historia, que sigue las aventuras de Ariel, la hija del rey Tritón, que desea más que nada en el mundo ser humana, está pensada para que la disfruten tanto niños como adultos, quienes reirán, se emocionarán y se quedarán maravillados ante las increíbles actuaciones y coreografías, los detallados vestuarios y las hermosas canciones.

Pero los productores fueron más allá y decidieron agitar más fuerte sus aletas porque muchas más personas merecían la oportunidad de disfrutar de este gran relato: en este caso, las personas neurodivergentes y con discapacidad visual y auditiva. Y, por eso, se propusieron ofrecer una función distendida y adaptada a las necesidades específicas de estos colectivos, para que, según sus palabras, «cada quien la disfrute a su ritmo». Esto formó parte del programa #ExperienciasInclusivasDisney.

El día de la función, nos encontramos con un teatro lleno de niños, adolescentes y adultos que habían acudido a deleitarse con la obra, muy felices y emocionados por poder ser parte de esta experiencia. Al ingresar al teatro, las personas con discapacidad visual fueron recibidas muy atentamente por el personal, que les brindó ayuda para trasladarse y les entregó el programa de la obra en braille. Asimismo, tuvieron también la posibilidad de hacer una visita táctil y tocar piezas de vestuario y utilería, para tener un primer acercamiento a la historia y, más tarde, imaginarse todo eso sobre el escenario, aunque debemos decir que los destinatarios más pequeños fueron quienes lo disfrutaron antes que nadie. También tuvieron la posibilidad de retirar un kit de audiodescripción (AD), para escuchar la narración de todos los elementos de la obra que no pudiesen ver, como los movimientos, las emociones y los gestos de los actores, la ropa y los elementos que usaran, y los cambios de escenografía.

Durante la obra, las luces se mantuvieron tenues pero siempre encendidas, y se suavizaron los estímulos visuales y sonoros, para evitar que causaran malestar en las personas neurodivergentes. Para ellas, también se ofrecía un kit sensorial, que incluía auriculares con cancelación de ruido, lentes con filtro verde y tarjetas de emociones, y que podían usar libremente durante toda la función, así como sus propios dispositivos de regulación sensorial. Asimismo, tenían permitido moverse y caminar por los pasillos o salir de la sala, que se mantuvo siempre con las puertas abiertas, y trasladarse a áreas designadas, donde podían relajarse, en caso de que lo necesitaran. En todos esos espacios siempre había personal capacitado y dispuesto a ayudar, y señalética con pictogramas.

Las personas con discapacidad auditiva, por su parte, pudieron disfrutar de la función gracias a un gran equipo de intérpretes artísticos de lengua de señas argentina-español (LSA-E), a cargo de Trueno Producciones, quienes estuvieron toda la obra al pie del escenario representando a los distintos personajes, siempre caracterizados con algún elemento que permitiese identificarlos, como un collar de caracol de mar para Úrsula o un gran cinturón dorado para Tritón. Para la canción final, todos los actores del elenco se sumaron a ellos y, desde arriba del escenario, interpretaron en LSA los últimos versos, que fueron bien recibidos con un gran aplauso silencioso de todo el teatro. Este intercambio fue sumamente emotivo, tanto para los espectadores como para los actores, a quienes se los vio muy movilizados por haber sido parte de un momento tan especial para este público que no suele tener la oportunidad de disfrutar de espectáculos de tal magnitud. En sus propias palabras después de la función, la experiencia fue «única», «inigualable» e «inolvidable».

Fotos: Disney Latinoamérica

Tuvimos la suerte de poder conversar un poco con Gladys Benítez, audiodescriptora, licenciada en Comunicación y locutora nacional, guionista y voice talent LATAM de audiodescripciones en español latino para producciones de Disney+ y eventos de Disney, quien se desempeñó como audiodescriptora de la obra y nos contó un poco cómo fue formar parte de algo tan especial.

¿Cómo se llegó a la propuesta de hacer la función distendida con LSA y AD? ¿Fuiste parte de esa propuesta o vino de la producción a cargo del musical?

La iniciativa partió del equipo de Diversidad, Equidad e Inclusión de The Walt Disney Company. La función distendida de La sirenita, del pasado 3 de julio, se diseñó pensando en públicos con discapacidad auditiva y visual, y personas neurodivergentes.

Contó con intérpretes artísticos de LSA a cargo de Trueno Producciones, quienes trabajaron estrechamente con el elenco de la obra para enseñarles fragmentos de canciones en LSA, para que fueran integradas a la función.

Por otra parte, el especialista en inclusión social y cultural de personas neurodivergentes, Matías Cadaveira, trabajó en las adaptaciones necesarias para que la obra y el espacio fueran lo más amigables posible. Se atenuaron la iluminación, los sonidos en alto volumen y las proyecciones audiovisuales que pudieran percibirse vertiginosas, y además se diseñaron dos espacios de regulación.

La Asociación Civil Tiflonexos, con muchísima experiencia en producción de contenidos accesibles para personas ciegas, realizó piezas gráficas en sistema braille, una publicación con las figuras en relieve y texturas de los principales personajes, y una experiencia táctil para que los niños con discapacidad visual pudieran acercarse a la utilería y al vestuario de la obra.

Por mi parte, fui convocada por la gerenta del área, Daniela Tabarracci, para la producción de la AD. Me ocupé de la redacción, grabación y narración de la audiointroducción (que es, como su nombre lo indica, una introducción con descripciones de la sala, el escenario, las características físicas de cada personaje, sus vestuarios, formas y colores predominantes, así como información sobre la iluminación, proyecciones audiovisuales, coreografías y banda sonora) y de la AD, que se inserta en los momentos de silencio que proporciona la obra.

En ese sentido, la AD como traducción de imágenes a palabras se pone en diálogo con la sonoridad y el ritmo de la obra, aportando desde la voz narrada toda la información visual necesaria para que la trama pueda volverse accesible y comprensible a personas ciegas o con baja visión, en los momentos de silencio o pausas largas que ofrece la obra.

¿Cómo viviste la experiencia? ¿Ya habías hecho AD para teatro? ¿Te resultó difícil?

La experiencia fue hermosa. Particularmente, el año pasado pude participar desde la AD para el musical La caja mágica, también de Disney, en el marco de sus primeros cien años de historia, pero esta propuesta fue diferente. Fue la primera vez que trabajé en una función distendida, en la que convivieron diversos recursos de accesibilidad. No solo fue emocionante para todos quienes formamos parte, sino que, como profesional, fue una experiencia en la que aprendí mucho de otros colegas, de otros asesores.

Además de trabajar en obras de Disney, desde hace siete años, me dedico a la AD en artes escénicas en el Teatro Nacional Cervantes y, desde más de quince, en artes audiovisuales, últimamente para series y películas.

A diferencia de los contenidos audiovisuales, en artes escénicas estamos frente a hechos artísticos únicos e irrepetibles. Por lo tanto, cuando se aborda la AD de una obra, es muy necesario ensayar varias veces con el guion y los audios grabados en función de lo que transcurre en el escenario, en tiempo real. Durante la función, es muy importante estar atentos al guion y a la escena, y decidir cuál es el momento adecuado para la emisión de cada audio. Esa es la mayor diferencia frente a un audiovisual, que por supuesto no presenta sorpresas ni improvisaciones, y cuyo ritmo y pausas son inmutables. En ese punto, las obras de teatro, como hechos espectaculares vivos, nos presentan un desafío mayor más allá de las particularidades de cada una de las puestas en escena en las que implementemos AD.

¿Hay proyectos similares en camino de los que nos puedas contar?

A corto plazo, realizaré la AD de una obra muy prestigiosa y muy convocante en el Teatro Nacional Cervantes, en donde trabajo en el Área de Gestión de Públicos. Se trata de La revista del Cervantes, una propuesta que homenajea al género de la revista porteña de los años veinte y estuvo ideada por el director general del teatro, Gonzalo Demaría.

La obra dura cerca de dos horas y cuenta con un despliegue escenográfico increíble, un elenco supertalentoso y orquesta en vivo, lo que la hace realmente espectacular e imperdible. El 8 y el 14 de agosto serán las funciones con AD para las que actualmente estoy trabajando en el guionado, y pronto avanzaremos con las etapas más técnicas y los ensayos.

Así que es un proyecto que también me entusiasma mucho, y espero que el público con discapacidad visual que asista lo disfrute un montón.

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Para sumergirnos de lleno y nadar hacia lo profundo de esta experiencia, elegimos el kit de audiodescripción para ver la obra y, sobre todo, oírla a través del gran trabajo de Gladys. Disfrutamos y nos emocionamos con el producto final de un evento audiovisual tan completo como este, que, sin dudas, enriqueció nuestro conocimiento y nuestra formación como traductoras.

Estas experiencias nos enseñan lo importante que es darles espacios de participación a las personas neurodivergentes y con discapacidad, porque tienen el mismo derecho que todos los demás de poder disfrutar películas, obras de teatro y espectáculos musicales. Como traductores audiovisuales e integrantes de la sociedad, es nuestro deber abogar por este derecho y seguir esforzándonos para hacer posibles estos espacios y estas experiencias, que son tan enriquecedoras tanto para quienes trabajan en ellas como para quienes las disfrutan con tanto entusiasmo.

Si la accesibilidad y la inclusión llegaron hasta el fondo del mar, ¿cuál es el límite ahora?

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