Ojos que no leen… ¿serie que no se disfruta?

Por Paula Rodríguez.
Gracias a las plataformas de streaming y a que vivimos en un mundo crecientemente globalizado, el contenido audiovisual ya no sale siempre por defecto de los grandes países productores, como los Estados Unidos o el Reino Unido. Cada vez son más las series y películas de consumo masivo que se producen y filman en otros países y en otros idiomas distintos del inglés, cuya calidad es igual o incluso mejor que la de los productos hollywoodenses. ¿No ganó hace algunos años el Óscar a la mejor película la aclamada Parasite? ¿Quién no se ha devanado la cabeza intentando entender las idas y vueltas temporales en Dark? ¿Acaso no todos hemos oído, hasta en el supermercado, hablar de El juego del calamar? Es indudable que las producciones en otros idiomas pisan cada vez más fuerte y llegaron para quedarse.
Hoy en día, difícilmente sea un requisito ser traductor de alemán, de coreano o de italiano para poder trabajar en estos productos, ya que lo más probable es que nos envíen una plantilla traducida al inglés como idioma pivote para que generemos nuestros subtítulos o nuestro guion de doblaje. Sin embargo, con este número creciente y variado de producciones que lejos están del inglés, quizá pronto estemos ante nuevas oportunidades laborales para los colegas de otros idiomas, de la mano de esta ola multilingüe que viene arrasando el mundo audiovisual.
Recientemente, nuestros ávidos ojos de traductores audiovisuales encontraron un ejemplo muy curioso de una serie políglota en la tercera entrega de The White Lotus, de HBO Max. La particularidad que tiene este programa es que cada temporada transcurre en una ubicación distinta y con personajes diferentes: estas personas, gente de mucho dinero y de parámetros éticos y sociales cuestionables, deciden hospedarse en uno de los complejos de la lujosa cadena de hoteles The White Lotus. Allí, las interacciones entre los polémicos huéspedes y sus historias personales nos tendrán con la cara entre las manos intentando escapar de la vergüenza ajena. Y a esto se le sumará una misteriosa muerte, con la que se abre siempre el primer capítulo de cada temporada, cuyo misterio deberemos desentrañar a medida que pasen los episodios.
Como mencionamos, cada temporada de esta serie transcurre en una ubicación distinta: la primera se desarrolla en Maui (Hawái); la segunda, en Sicilia (Italia); y la tercera nos lleva de viaje a la lejana Tailandia. Claro está, en cada ubicación, los lugareños no hablan inglés, sino sus idiomas nativos: hawaiano, italiano y tailandés. Lo curioso es que, en esta última temporada, se tomó una decisión un tanto extraña respecto de los parlamentos pronunciados en el idioma extranjero. No transcurren ni diez minutos desde el inicio del primer capítulo cuando, ante nuestro asombro, nos encontramos con tres grupos de subtítulos en pantalla. Sí, tres. ¿A qué se debe? Los personajes en pantalla, Mook y Gaitok, dos empleados del hotel, entablan una conversación en tailandés, y nosotros los espectadores vemos que los subtítulos correspondientes a nuestro idioma son desplazados a la parte superior para que su lugar lo ocupe la traducción al inglés de lo que se está diciendo, y aquí está la cuestión, con los subtítulos con la transcripción en tailandés por detrás.

Estos subtítulos, los de inglés y los de tailandés, están «quemados» en el video, es decir, son parte de este y no se pueden activar y desactivar a voluntad del espectador. Entonces, nuestros necesarios subtítulos en español se ven obligados a convivir en la misma pantalla con estos últimos, los cuales, por si fuera poco, no tienen inconvenientes en ocupar una gran porción de la pantalla.
¿Por qué esto es un problema para los espectadores? Lo queramos o no, los ojos siempre se verán atraídos por cualquier tipo de movimiento que detecten en pantalla. Esto ha podido comprobarse a través de los numerosos estudios y análisis de eye-tracking realizados en relación con el consumo de productos audiovisuales. Por lo tanto, al aparecer estos tres conjuntos de subtítulos a la vez, no sabremos a dónde mirar, sin contar con que es probable que los ojos sigan apuntando a la parte inferior de la pantalla, donde hasta hace un momento se encontraban los subtítulos en español, ahora reemplazados por otros en idiomas ajenos.

Los estudios de eye-tracking también han demostrado que los espectadores tienden inconscientemente a leer cualquier subtítulo que aparezca en pantalla, por más que esté en un idioma que no entiendan. Si bien el espectador sabe que no entiende inglés, ni mucho menos tailandés, aunque no lo quiera, intentará leer estos subtítulos porque su movimiento, es decir, el hecho de aparecer y desaparecer de la pantalla, atraerá su atención (lo que se verá agravado, a su vez, por el tamaño que tienen y el espacio exagerado que ocupan en la pantalla; sí, es imposible ignorarlos).
Terminaremos perdiéndonos parte de la información hablada por estar todo el tiempo ajustando el objetivo de nuestra vista, ya que en este salto de un subtítulo a otro y de abajo a arriba es muy probable que nos quedemos sin tiempo para leer. Además, cabe la posibilidad de que nos perdamos ciertas cosas que se estén mostrando en pantalla, como un gesto de los personajes o algún detalle que sea importante a futuro. En otras palabras, nos la pasaremos leyendo en vez de mirando. Y esto, a fin de cuentas, es lo que no debe suceder a la hora de experimentar un producto audiovisual.
Dado que en las temporadas anteriores no se utilizó esta técnica, entendemos que quizá esta decisión se haya tomado con el objetivo de dar más visibilidad a Tailandia y a su idioma, puesto que es una cultura que no suele tener mucho reconocimiento en los medios audiovisuales. Sin embargo, si bien la intención podría ser muy noble y es una solución que técnicamente funciona en el idioma original, pierde todo el sentido cuando el producto se traduce a otros idiomas, y pasa a ser algo que molesta y que empaña la experiencia de disfrute de los espectadores.
The White Lotus ya tiene confirmada una cuarta temporada, aunque todavía no se sabe la novedosa ubicación que tendrá el lujoso hotel. ¿En qué país transcurrirá la historia? ¿Qué idioma hablarán los personajes? ¿Los creadores volverán a implementar esta curiosa técnica para los parlamentos que no estén en inglés? ¿O se habrán inspirado gracias este artículo para pensar en otra solución la próxima vez? (¡Ojalá!). Sin duda, pronto lo sabremos.
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